jueves, 6 de octubre de 2011

La cultura del trabajo

En la era del Fordismo,  le hacíamos  un favor a la sociedad trabajando, hoy en día es la sociedad que nos hace un favor permitiéndonos trabajar.  Este adoctrinamiento vital y ese apego visceral al trabajo tienen su raíz en una base económica, cultural y moral…No obstante, filósofos, curas, sociólogos y (como no) economistas han fallado en contestar a las siguientes preguntas ¿Cómo vivir o sobrevivir sin trabajar?  ¿Cómo ser valorado, reconocido y mantener lazos sociales sin  tener un trabajo?
La cultura del trabajo sigue siendo fuerte y constante al tiempo que la realidad socio-económica se sustenta en gestionar crisis sucesivas. Resultado: Muchos estamos jodidos.
Empecemos por definir  el trabajo como una abstracción irracional universal: ¡si, me he vuelto loco solo pensando en el contenido, el sentido y el objetivo de mis sucesivos trabajos estos últimos años, mientras la mitad de la población del planeta carece de esa posibilidad!  En efecto, el trabajo se hace cada vez más raro y nadie quiere enterrar al cadáver  ¿En vez de luchar  en vano contra el paro por qué no ponemos todas nuestras energías en luchar contra el trabajo?
En general, el trabajo es una tortura (¡por eso se nos paga para desempeñarlo!) que monopoliza demasiada energía, durante demasiado tiempo, de manera demasiada exclusiva y repetitiva  ¿Unas personas que liberarían su tiempo y su energía del trabajo se convertirían en  lobos para con sus congéneres? ¿Provocarían el descalabro de la sociedad? O quizás ¿Se desharían de  tensiones, frustraciones, miedos y violencias? ¿Qué pasaría si se extendiera el sueldo mínimo universal independiente del trabajo? ¿Cómo sería de equilibrada una sociedad compuesta de individuos libres del trabajo y auto-realizados?
 Desde la escuela, se nos impide aprender a ser autónomo, a ser creativo, y cuando ninguna autoridad nos dice que debemos hacer, estamos perdidos. La industria del ocio y del descanso lo ha entendido bien cumpliendo la función consumible del descanso del trabajo y de la preparación a la vuelta al trabajo.
Hace unas décadas las mujeres eligieron luchar por incorporarse al mercado laboral para emanciparse, es un hecho: ¿Están más emancipadas hoy en día, en qué y con respecto a qué? ¿Las cualidades y las aptitudes expresadas a través trabajo son las únicas que poseen las mujeres?
Por otra parte, el apego al trabajo también proviene de la ocupación que nos proporciona. La ironía de tener tiempo libre es no saber qué hacer con él: Por supuesto, pocos elegiremos leer, por ejemplo, las obras completas de Platón, tomar el tiempo de pensar y de encontrarse frente a uno mismo. El trabajo nos libera de esa angustia existencial. Cómo me dijo un tal Raúl V.,” el Hombre no ha inventado nada mejor que el trabajo para no hacer nada con su vida”.
Por un instante, intentemos ver la situación de liberación del trabajo cómo una oportunidad de ocuparnos por fin de nuestras vidas en vez de dejárselo a los “especialistas” de la política. El trabajo en ese sentido, es el mejor de los policías para quitarnos la fuerza y la capacidad de reflexión para cuestionar a los que nos dirigen.
Finalmente, y quizás lo más nocivo, el trabajo nos quita las fuerzas nerviosas para meditar, para soñar y para amar.

-“¿Y Tú a qué te dedicas?
- Intento no trabajar”

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