domingo, 14 de agosto de 2011

Elogio del insulto

Elogio del insulto

¡Hay que acabar con las restricciones de lenguaje anti-biológicos!

Para el profesor de psicologia Stephens de la universidad britanica de Keele, una parte del cortex cerebral controla e inhibe el empleo de expresiones violentas, factor de sociabilidad; pero en algunas circunstancias, cuando estamos sometidos a un trauma físico o psícológico, este cerrojo de la propiedad verbal salta y nuestra agresividad toma el mando provocando una transgresión que libera insultos e injurias...para rebajar la emoción y el dolor, en substancia. Existe un bucle de regulación o un sistema de gestión de violencias verbales que es un componente de nuestro cerebro frente a su compuesto reptiliano que ignora totalmente estas inhibiciones...y la vida en sociedad.

Prohibirse toda expresión verbal violenta, sería oponerse al funcionamiento natural de este sistema al precio de un real sufrimiento moral. Habría que amar mucho a su projimo para imponerse tal sacrificio, teniendo en cuanta que este no sería consciente y no expresariá ningún detalle de gratitud por esta cortesía forzada.

Este bloqueo se aplica generalmente cuando existe más antipatia que simpatia entre personas. Podemos considerar esta actitud de bloqueo voluntario, fruto de ejercicios espirituales, pudiendo ir hasta la santidad...pero la santidad es un curro... ¡Y lo importante es evacuar!

En cada situación, existe una injuria adecuada. La injuria se multiplica y se adapta a cada variabilidad psíquica. Es un ejemplo destacable de adaptación del lenguaje. Sin dar ejemplos (¡para eso estais vosotros!), el objeto de esta pequeña nota es la de sacar a luz su utilidad social e individual.

Algunos estarán en contra de un retorno triunfante del insulto y de la injuria. Y esto por diversas razones: vulgaridad, mal ejemplo para la juventud (estos nunca han oido a dolescentes hablar entre si), abandono del politicamente correcto, truncamiento de la vida social, desprecio del otro, agresividad, vuelta a la barbarie, etc. Admitamoslo. El argumento más solido consiste en aceptar que la injuria precede el golpe. Pero también, el recurso a la injuría o al insulto evita justamente  el de llegar a las manos, de irse a los extremos. El insulto es todavía una forma de diplomacía , no la guerra...

!Entonces si!, hagamos una limpieza de nuestras leyes para que el insulto retome su sitio en los intercambios, notamente en las relaciones con el trabajo, la política, los medios de comunicación y la economía... para evitar los golpes sucios.

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